martes, 29 de junio de 2010

Cuando crece la conciencia de pertenencia a Cristo, crece también el ímpetu de comunicar a todos el don de ese encuentro.

Evangelio según San Lucas 10,1-12.17-20.


Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'.

Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:
'¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'.
Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.

Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre".

El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo".

COMENTARIO

Al llamar (Jesús) a los suyos para que lo sigan, les da un encargo muy preciso: anunciar el evangelio del Reino a todas las naciones. Por esto, todo discípulo es misionero,

  • pues Jesús lo hace partícipe de su misión,
  • al mismo tiempo que lo vincula a Él como amigo y hermano.

Cuando crece la conciencia de pertenencia a Cristo, en razón de la gratitud y alegría que produce, crece también el ímpetu de comunicar a todos el don de ese encuentro. La misión no se limita a un programa o proyecto, sino que es compartir la experiencia del acontecimiento del encuentro con Cristo, testimoniarlo y anunciarlo de persona a persona, de comunidad a comunidad, y de la Iglesia a todos los confines del mundo.


Benedicto XVI nos recuerda que:

  • El discípulo, fundamentado así en la roca de la Palabra de Dios, se siente impulsado a llevar la Buena Nueva de la salvación a sus hermanos.
  • Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él nos salva (cf. Hch 4, 12).
  • El discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro.

(Aparecida No. 144-146)


martes, 22 de junio de 2010

Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado.

Evangelio según San Lucas 9,51-62.
Mala acogida en un pueblo Samaritano.
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén  y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?". 
Pero él se dio vuelta y los reprendió. 
Y se fueron a otro pueblo. 



Exigencias de la vocación apostólica.
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te seguiré adonde vayas!". 
Jesús le respondió:
"Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". 
Y dijo a otro: "Sígueme". El respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre". 
Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios".
Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos". 
Jesús le respondió:
"El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios". 

COMENTARIO
Recién el domingo pasado dimos una respuesta personal a Jesús, reconociéndolo como mí salvador y decidiendo a cargar nuestra cruz (y dar la vida).
Hoy Jesús nos enseña cómo debe de ser el discípulo, ya que no se trata de algo superficial, de algo pasajero, sino, una transformación de vida.  Es vivir libres y entregados con aquél que reconocimos nuestro salvador y como consecuencia, ser TESTIGOS DEL EVANGELIO.




Los siguientes número de Aparecida, nos pueden ayudar a profundizar un poco más en el mensaje.
La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales. Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para una América Latina que quiere reconocerse con la luz y la fuerza del Espíritu.

No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados.

A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que
no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.

Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado. (cf. Aparecida 11-12. 18)

lunes, 14 de junio de 2010

RESPONDER A LA PREGUNTA DE JESÚS IMPLICA RESPONDER A LA PREGUNTA DE NUESTRA VIDA.

Evangelio según San Lucas 9,18-24.

¿Quién dicen que soy yo?

Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".

Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado".

"Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios".

Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.

JESÚS HABLA DE SU MUERTE

"El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".

Después dijo a todos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará.



COMENTARIO

¿Quién dices tú que soy yo? Es la pregunta que nos hace Jesús hoy. O podríamos decirlo de otra manera ¿Quién es Jesús para ti? Cuál es tu respuesta… Cada uno de nosotros ha hecho un camino de vida junto a Jesús, a través del cual hemos podido conocerlo, intimar con Él y conocer su mensaje. Ha sido un camino hermoso, donde cada uno de nosotros fue una persona pasiva (ya que sólo escuchábamos y tratábamos de ir comprendiendo el mensaje).

Hoy, después de haber caminado junto a Jesús nos pide hacer un alto y nos pregunta ¿Quién dices que soy yo? La respuesta a esa pregunta es la razón por la que cada uno de nosotros decidió seguir a Jesús. Esa respuesta transforma nuestras vidas… ya que si nuestra respuesta es "Tu eres el Mesías de Dios", hemos encontrado en Él en quien poner nuestra esperanza, en quien poner nuestra fe, en quien fundamentar nuestra vida.

Y desde esta perspectiva se entiende muy bien el segundo momento del evangelio; ya que si hemos respondido que Jesús es nuestro Salvador (Mesías), el Hijo de Dios, no tendremos miedo de entregar nuestra vida por los otros, ya que en la entrega a los otros es donde encontramos nuestra verdadera felicidad. Así que, aquel que desee "perder su vida" por los demás, encontrará verdaderamente su vida en los demás.

POR TANTO… RESPONDER A LA PREGUNTA DE JESÚS IMPLICA RESPONDER A LA PREGUNTA DE NUESTRA VIDA.


viernes, 11 de junio de 2010

El amor motivo y consecuencia del perdón

Evangelio según San Lucas 7,36-50.8,1-3.

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa.
Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.
Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!".
Pero Jesús le dijo:
"Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro!", respondió él.
"Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?".

Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien".

Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.

Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies.
Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.
Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor".

Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados".
Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?".
Pero Jesús dijo a la mujer:
"Tu fe te ha salvado, vete en paz".
Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce
y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.

COMENTARIO

· Una pecadora llora, besa los pies de Jesús, los enjuga con sus cabellos, y este gesto es malinterpretado.

o El presupuesto de los fariseos es que un profeta no puede ser tocado por un pecador. Alejamiento del pecador del profeta, implicaba la imposibilidad para la persona que ha pecado de acercarse de nuevo a Dios.

· La mujer realizaba con Jesús lo mejor que podía hacer para mostrar su arrepentimiento y su disposición a cambiar de vida.

o Escándalo –¿cómo puede un profeta tolerar que una mujer manifiesta su amor a Dios y su arrepentimiento precisamente con aquello que le había servido para pecar?

· Parábola: el perdón de Dios. El amor de la pecadora es, al mismo tiempo, motivo y consecuencia del perdón. Ella ama, y por eso recibe el perdón. Y el perdón recibido, a su vez, acrecienta su amor.

· Dios siempre nos acepta, con tal que vea en nosotros criterios y perspectivas de conversión y cambio de vida.

POR TANTO:

ü Jesús invita a la mujer pecadora a un nuevo comienzo.

ü Jesús utiliza la eterna pedagogía de Dios: acepta a cada individuo en su situación concreta y a partir de ella encausa hacia una nueva forma de vida.

ü Hay personas satisfechas y autosuficientes, que no sienten la necesidad de pedir perdón ni ser perdonadas (es el caso de los fariseos en el relato). ¿Qué actitud has tomado tú?

jueves, 3 de junio de 2010

Eucaristía, lugar de acogida, experiencia del Reino de Dios y curación de nuestra vida.


J

EVANGELIO SEGÚN LUCAS 9, 11b-17

esús recibió amablemente a toda la gente, y empezó a hablarles acerca del reino

de Dios. También sanó a los enfermos.

12 Cuando ya empezaba a oscurecer, los doce apóstoles fueron a decirle a Jesús:

—Envía a esta gente a los pueblos y caseríos cercanos, a buscar un lugar donde puedan comprar comida y pasar la noche. ¡Aquí no hay nada!

13 Jesús les dijo:

Denles ustedes de comer.

Pero ellos respondieron:

—Sólo tenemos cinco panes y dos pescados. Si fuéramos a dar de comer a toda esta gente, tendríamos que ir a comprar comida, 14 pues hay más de cinco mil personas.

Pero Jesús les dijo:

Hagan que la gente se siente en grupos de cincuenta.

15 Los discípulos hicieron lo que Jesús les ordenó.

16 Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró al cielo y los bendijo. Luego los partió y dio los pedazos a los discípulos, para que ellos los repartieran entre la gente.

17 Todos comieron y quedaron satisfechos. Y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.

COMENTARIO

(FUENTE: http://www.dominicos.org/predicacion/homilias/6-6-2010/comentario-biblico )

Lucas ha presentado la multiplicación de los panes como una Eucaristía. En este sentido podemos hablar que este gesto milagroso de Jesús ya no se explica, ni se entiende, desde ciertos parámetros de lo mágico o de lo extraordinario. Los cinco verbos del v. 16: “tomar, alzar los ojos, bendecir, partir y dar”, denotan el tipo de lectura que ha ofrecido a su comunidad el redactor del evangelio de Lucas. Quiere decir algo así: no se queden solamente con que Jesús hizo un milagro, algo extraordinario que rompía las leyes de la naturaleza (solamente tenían cinco panes y dos peces y eran cinco mil personas). Por tanto, ya tenemos una primera aproximación. Por otra parte, es muy elocuente cómo se introduce nuestro relato: los acogía, les hablaba del Reino de Dios y los curaba de sus males (v.11). E inmediatamente se desencadena nuestra narración. Por tanto la “eucaristía” debe tener esta dimensión: acogida, experiencia del Reino de Dios y curación de nuestra vida.

La Eucaristía: acogida, experiencia del Reino y curación de nuestra vida. Deberíamos centrar la explicación de nuestro texto en ese sumario introductorio (v. 11), que Lucas se ha permitido anteponer a la descripción de la tradición que ha recibido sobre una multiplicación de los panes. Si la Eucaristía de la comunidad cristiana no es un misterio de “acogida”, entonces no haremos lo que hacía Jesús. Muchas personas necesitan la “eucaristía” como misterio de acogida de sus búsquedas, de sus frustraciones, de sus anhelos espirituales. No debe ser, pues, la “eucaristía” la experiencia de una élite de perfectos o de santos. Si fuera así muchas se quedarían fuera para siempre. También debe ser “experiencia del Reino”; el Reino anunciado por Jesús es el Reino del Padre de la misericordia y, por tanto, debe ser experiencia de su Padre y nuestro Padre, de su Dios y nuestro Dios. Y, finalmente, “curación” de nuestra vida, es decir, experiencia de gracia, de encuentro de fraternidad y de armonía. Muchos vienen a la eucaristía buscando su “curación” y la Iglesia debe ofrecérsela, según el mandato mismo de Jesús a los suyos, en el relato: “dadles vosotros de comer”.