miércoles, 29 de septiembre de 2010

El Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida.

Evangelio según San Lucas 17,5-10.

Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe".

El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería.

Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'?

¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'?

¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'".

COMENTARIO

Cuán equivocados están los que piensan que el cristianismo es aceptar un conjunto de verdades, algunas de ellas bastante difíciles de explicar. El cristianismo es, ante todo, una historia, una historia entre un Dios personal y cada uno de los hombres que aceptamos su intervención en nuestra vida. Esta historia sabemos cómo empieza. También sabemos que, por regalo de Dios, va a terminar bien. Pero nos queda el trayecto entre el principio y el final. En ese trayecto, además de Dios y de nosotros, los principales protagonistas de cada historia personal, intervienen otras personas, otras libertades, otras circunstancias, diversos acontecimientos sociales y personales…

El cristianismo no es solamente una « buena noticia », una comunicación de contenidos desconocidos… El mensaje cristiano no era sólo « informativo », sino « performativo ». Eso significa que el Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida. Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva. –Spe Salvi 2-

Y que podemos decir en cuanto al servicio que todos estamos llamados a realizar… -Agustín cita en su carta a Proba- El Salmo 144 [143],15: « Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor ». Y continúa: « Para que podamos formar parte de este pueblo y llegar [...] a vivir con Dios eternamente, ‘‘el precepto tiene por objeto el amor, que brota de un corazón limpio, de una buena conciencia y de una fe sincera'' (1 Tm 1,5) ». Esta vida verdadera, hacia la cual tratamos de dirigirnos siempre de nuevo, comporta estar unidos existencialmente en un « pueblo » y sólo puede realizarse para cada persona dentro de este « nosotros ». Precisamente por eso presupone dejar de estar encerrados en el propio « yo », porque sólo la apertura a este sujeto universal abre también la mirada hacia la fuente de la alegría, hacia el amor mismo, hacia Dios. -Spe Salvi 14-

viernes, 17 de septiembre de 2010

El que es fiel en lo poco, lo será también en lo mucho.



Evangelio según San Lucas 16,1-13.

Decía también a los discípulos: "Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: '¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto'. El administrador pensó entonces: '¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!'.

Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: '¿Cuánto debes a mi señor?'. 'Veinte barriles de aceite', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez'. Después preguntó a otro: 'Y tú, ¿cuánto debes?'. 'Cuatrocientos quintales de trigo', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo y anota trescientos'.

Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.

Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho.

Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes? Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero".

COMENTARIO

Aparentemente Jesús ensalza la habilidad de un administrador infiel. Pero hay que ser cautos y afinar en aquello que viene ensalzado: no es la infidelidad, la corrupción, sino la habilidad, la astucia de aquel administrador avispado. El que es fiel en lo poco, lo será también en lo mucho. Que viene a decir: todo aquello que te gustaría cambiar de un mundo demasiado cruel, empieza por cambiarlo en tu propia casa, en tu corazón.

Y en verdad, ¿quién no se ha quejado alguna vez de cómo va nuestro mundo a tantos niveles? La política, la economía, la paz, la justicia, la familia, los ancianos, los jóvenes, y un largo etcétera en donde ponemos contra las cuerdas a nuestra sociedad bastante inmoralizada y desmoralizada. En todo lo cual no falta razón: se ha perdido el rumbo de muchas cosas, se han abandonado impunemente muchos principios básicos, se han destruido tantos valores que no eran negociables, se ha deshumanizado tanto nuestra humanidad.

Pero caben dos salidas: caer tanto en pesimismos deprimentes (todo es malo, "y cualquier tiempo pasado fue mejor" que decía el poeta en su elegía) como en optimismos irresponsables (lo importante es cambiar, arrasar, que no quede nada de lo anterior), o más bien, tener una mirada serena sobre el mundo, sobre la vida, sobre el dolor, sobre el amor, sobre tantas cosas que no van, y empezar a arreglarlas en uno mismo. El mundo nuevo, la tierra nueva, empieza por mi casa, por mi propio corazón. Empecemos por lo poco, por lo pequeño, por lo cotidiano, por lo nuestro. No es el gobierno de turno, ni los organismos mundiales de vanguardia, ni el vaticano, ni los banqueros, ni los periodistas, ni los sindicatos... quienes tienen que dar el pistoletazo de salida. El mundo nuevo empieza más cerca de mí, en mis actitudes, en mis opciones, en mi modo de escuchar, de atender, de proponer, de vivir.

La llamada de Jesús es clara: no podemos tener dos patrones, dos amos. O nos adherimos al diseño de Dios, a su proyecto de humanidad, de civilización del Amor, o nos apuntamos a la barbarie en la que termina siempre toda pretensión que censura algún aspecto del corazón del hombre. Sin Dios, sin este "amo" tan especial que nos hace libres, es muy difícil hacer un mundo que sepa a justicia, a limpieza, a paz, a respeto, a libertad, a felicidad. Metamos al Señor en nuestras cosas y en nuestras casas, sin fanatismos pero sin complejos. Porque sólo quien ama de verdad a Dios llega a no despreciar al hombre hermano.

(Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)

http://www.zenit.org/article-36586?l=spanish

viernes, 10 de septiembre de 2010

La humanidad necesita descubrir la Misericordia




Evangelio según San Lucas 15,1-10.


Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.

Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".

Jesús les dijo entonces esta parábola: "Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla?

Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido".
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse".


Y les dijo también: "Si una mujer tiene diez dracmas y
pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: "
Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido".
Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte".

Comentario

La liturgia nos vuelve a presentar hoy a nuestra meditación el capítulo XV del Evangelio de Lucas, una de las páginas más sublimes y conmovedoras de la Sagrada Escritura. Es bello pensar que en el mundo entero, allí donde la comunidad cristiana se reúna para celebrar la eucaristía dominical, resuena en este día esta Buena Noticia de verdad y salvación: Dios es amor misericordioso.

El Evangelista Lucas ha recogido en este capítulo tres parábolas sobre la misericordia divina: las dos más breves, comunes a Mateo y Marcos, son la de la oveja perdida y la de la moneda perdida; la tercera, larga, articulada y que sólo presenta este evangelista, es la famosa parábola del Padre misericordioso, conocida normalmente como el «hijo pródigo». En esta página evangélica parece que casi se puede escuchar la voz de Jesús, que se revela en el rostro de su Padre y de nuestro Padre.

En el fondo, para esto vino al mundo: para hablarnos del Padre, para dárnoslo a conocer, hijos perdidos, y resucitar en nuestros corazones la alegría de pertenecer a él, la esperanza de ser perdonados y restituidos a nuestra plena dignidad, el deseo de vivir para siempre en su casa, que es también nuestra casa.

Jesús contó las tres parábolas de la misericordia porque los fariseos y los escribas hablaban mal de Él, al ver que recibía a pecadores e incluso que comía con ellos
(Cf. Lucas 15, 1-3). Entonces él explicó con su típico lenguaje que Dios no quiere que se pierda ni siquiera uno de sus hijos y su espíritu desborda de alegría cuando un pecador se convierte. La verdadera religión consiste entonces en entrar en sintonía con este Corazón «rico en misericordia», que nos exige que amemos a todos, incluso a los alejados y a los enemigos, imitando al Padre celestial que respeta la libertad de cada uno y que atrae a todos hacia sí con la fuerza invencible de su fidelidad. Este es el camino que Jesús muestra a quienes quieren ser sus discípulos: «No juzguéis… no condenéis… perdonad y se os perdonará; dad y se os dará… Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre» (Lucas 6, 36-38). En estas palabras encontramos indicaciones sumamente concretas para nuestro comportamiento diario de creyentes.

En nuestro tiempo, la humanidad tiene necesidad de que se proclame y testimonie con vigor la misericordia de Dios. Intuyó esta urgencia pastoral, de manera profética, el querido Juan Pablo II, quien fue un gran apóstol de la divina Misericordia. Al Padre misericordioso dedicó su segunda encíclica y durante todo su pontificado se convirtió en misionero del amor de Dios a todas las personas. Tras los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, que ensombrecieron el alba del tercer milenio, invitó a los cristianos y a los hombres de buena voluntad a creer que la Misericordia de Dios es más fuerte que todo mal, y que sólo en la Cruz de Cristo se encuentra la salvación
del mundo. -Benedicto XVI-

viernes, 13 de agosto de 2010

LA ALEGRÍA DE SABERSE MIRADO POR DIOS

Evangelio según San Lucas 1,39-56.

En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".
María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.

Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".

María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.



Comentario
"En aquellos días, María se puso en camino hacia la región montañosa..." (Lc 1, 39). Las palabras del relato evangélico nos hacen ver con los ojos del corazón a la joven de Nazaret en camino hacia la "ciudad de Judá" donde habitaba su prima, para prestarle sus servicios.

En María nos impresiona, ante todo, la atención, llena de ternura, hacia su prima anciana. Se trata de un amor concreto, que no se limita a palabras de comprensión, sino que se compromete personalmente en una asistencia auténtica. La Virgen no da a su prima simplemente algo de lo que le pertenece; se da a sí misma, sin pedir nada a cambio. Ha comprendido perfectamente que el don recibido de Dios, más que un privilegio, es un deber que la compromete en favor de los demás con la gratuidad propia del amor.

"Proclama mi alma la grandeza del Señor..." (Lc 1, 46). Los sentimientos que María experimenta en el encuentro con Isabel afloran con fuerza en el cántico del Magníficat. Sus labios expresan la espera, llena de esperanza, de "los pobres del Señor", así como la conciencia del cumplimiento de las promesas, porque Dios "se acordó de su misericordia" (cf. Lc 1, 54).
Precisamente de esta conciencia brota la alegría de la Virgen María, que se refleja en todo el cántico: alegría por saberse "mirada" por Dios, a pesar de su "humildad" (cf. Lc 1, 48); alegría por el "servicio" que puede prestar, gracias a las "maravillas" a las que la ha llamado el Todopoderoso (cf. Lc 1, 49); alegría por gustar anticipadamente las bienaventuranzas escatológicas, reservadas a los "humildes" y a los "que tienen hambre" (cf. Lc 1, 52-53).

Después del Magníficat viene el silencio: de los tres meses de permanencia de María al lado de su prima Isabel no se nos dice nada. O, tal vez, se nos dice lo más importante: el bien no hace ruido, la fuerza del amor se manifiesta en la discreción serena del servicio cotidiano.

Con sus palabras y su silencio, la Virgen María se nos presenta como modelo en nuestro camino. No es un camino fácil: por el pecado de nuestros primeros padres, la humanidad lleva en sí la herida del pecado, cuyas consecuencias pesan también sobre los redimidos. Pero el mal y la muerte no tendrán la última palabra. María lo confirma con toda su existencia, como testigo viva de la victoria de Cristo, nuestra Pascua.

"Cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros", nos ha dicho Jesús (Jn 14, 3). María es la prenda del cumplimiento de la promesa de Cristo. Su Asunción se convierte así, para nosotros, en "signo de esperanza segura y de consuelo" (cf. Lumen gentium, 68).

Juan Pablo II -Domingo 15 de agosto de 2004-


jueves, 5 de agosto de 2010

NUESTRA RIQUEZA ES EL PRESENTE.

Evangelio según San Lucas 12,32-48.
No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino. 
Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. 
Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón. 
Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. 
Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. 
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo. 
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así! 
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. 
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada". 
Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?". 
El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? 
¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo! 
Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. 
Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles. 
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. 
Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más. 

comentario

El que está siempre listo y el que está siempre alerta, es quien sabe vivir su presente plenamente.  No podemos pensar en que mañana estaremos listos, ya que el futuro es un tiempo del que todavía no podemos disponer y no sabemos si llegará. El presente es el único tiempo que poseemos en nuestras manos.  El pasado ya ha pasado, el futuro no sabemos si llegará.  NUESTRA RIQUEZA ES EL PRESENTE. 

El presente es nuestra única ocasión para vivir de verdad e introducir desde ahora nuestra vida terrena en el curso de la vida eterna.

Todos los santos y grandes testigos concuerdan en la importancia del presente.  Viven unidos a Jesús cada momento de su vida, según su ideal encarnado en su ser.  Para Ignacio de Loyola es "A mayor gloria de Dios"; para Isabel de la Trinidad, “Para alabanza de la gloria”; Para Juan Bosco “Concédeme almas”; para Madre Teresa es “Misericordia”; para Raoul Follereau es “Jesús en los leprosos”; para Jean Vanier, “Jesús en los disminuidos psíquicos”…

       Personificando en el momento presente su ideal, los santos viven una vida que se realiza en su esencia.     

“Mi vida es un instante, una efímera hora, un momento que se evade y huye veloz.  Tú sabes, Dios mío, que para amarte en la tierra sólo tengo este día” (Teres de Lisieux)
      
¿Cuál es tu tesoro? ¿En donde tienes puesto tu corazón? ¿Cómo estás viviendo tu presente?
       Preguntas importantes a poder responder con sinceridad…

miércoles, 21 de julio de 2010

LA ORACIÓN COMO ESCUELA DE ESPERANZA

Evangelio Según San Lucas 11, 1-13
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos».  

El les dijo entonces: «Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación».

Jesús agregó: «Supongamos que algunos de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: "Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle", y desde adentro él le responde: "No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos".

Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.

Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente?¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan».





COMENTARIO: LA ORACIÓN COMO ESCUELA DE ESPERANZA
      
     Un lugar primero y esencial de aprendizaje de la esperanza es la oración. Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios.

Agustín ilustró de forma muy bella la relación íntima entre oración y esperanza en una homilía sobre la Primera Carta de San Juan. Él define la oración como un ejercicio del deseo. El hombre ha sido creado para una gran realidad, para Dios mismo, para ser colmado por Él. Pero su corazón es demasiado pequeño para la gran realidad que se le entrega…

Después usa una imagen muy bella para describir este proceso de ensanchamiento y preparación del corazón humano. « Imagínate que Dios quiere llenarte de miel [símbolo de la ternura y la bondad de Dios]; si estás lleno de vinagre, ¿dónde pondrás la miel? » El vaso, es decir el corazón, tiene que ser antes ensanchado y luego purificado: liberado del vinagre y de su sabor. Eso requiere esfuerzo, es doloroso, pero sólo así se logra la capacitación para lo que estamos destinados. Aunque Agustín habla directamente sólo de la receptividad para con Dios, se ve claramente que con este esfuerzo por liberarse del vinagre y de su sabor, el hombre no sólo se hace libre para Dios, sino que se abre también a los demás. En efecto, sólo convirtiéndonos en hijos de Dios podemos estar con nuestro Padre común. Rezar no significa salir de la historia y retirarse en el rincón privado de la propia felicidad. El modo apropiado de orar es un proceso de purificación interior que nos hace capaces para Dios y, precisamente por eso,capaces también para los demás.  (Spe Salvi 32-33)


miércoles, 14 de julio de 2010

¿Qué has elegido tú?

Evangelio según San Lucas 10,38-42. 

Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra.  Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude". 
Pero el Señor le respondió:
"Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, 
y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada".
 


COMENTARIO
Es importante iniciar con esta pregunta: ¿Qué has elegido tú?
Por qué comenzar así… porque es la clave de todo.  En el evangelio, Jesús ha decidido pasar a visitar a Marta y a María.  Él decidió pasar por sus vidas, tener un encuentro con ellas.  Y cuál fue la elección de cada una…

·         María eligió lo más importante, lo que nadie le quitará.  Que fue eso: decidió tener un encuentro con Jesús; ella quiso hacer un alto en su vida y sentarse junto a Él a escucharlo.  Ella sabía que era una oportunidad que no podía desaprovechar, ya que Jesús había llegado a visitarla!!!  Creo que era una oportunidad que no podía desaprovechar. 
·         Marta eligió seguir con su vida normal, no detenerse, no sentarse a escuchar a Jesús.  Con esto, no me refiero a que lo que hacía Marta no era importante, me refiero a que no era el momento.  Hay un momento para todo en la vida y es por eso que es importante saber elegir!!!

Es por eso que iniciaba preguntándote: ¿Qué has elegido tú? Ya que dependiendo de lo que hayas elegido, así será tu vida.  El que ha optado por escuchar a Jesús, para luego ponerse a trabajar, a servir y a vivir; es aquel que se ha quedado con lo más importante, con lo que NADIE LE PUEDE QUITAR.   El encuentro con Jesús es lo que hace al cristiano, es lo que lo va asemejándose a Él (Cristo) y no otra cosa.  Es por eso que debemos preguntarnos… QUÉ HE ELEGIDO YO… CUÁNTAS VECES HA VENIDO JESÚS A VISITARME Y YO NO LO HE ESCUCHADO…
Cuando tenemos que elegir, sólo una repuesta va a ser la correcta.  Cuál ha sido tu repuesta…


miércoles, 7 de julio de 2010

¡Lo que cuenta es lo que eres en verdad!

Evangelio según San Lucas 10,25-37.

Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?".
Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?".
El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo".
"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".
Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?".

Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.
Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.
También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.
Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.
Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.

Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: 'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'.
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?".

"El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera".




COMENTARIO

¡Lo que cuenta es lo que eres e

n verdad!

Hemos venido recorriendo (en los últimos domingos) un camino de decisiones, de ajustes y de orientaciones para irnos convertirnos en verdaderos discípulos de Jesús.

Hoy, Jesús nos va a hacer una gran pregunta y nos va a enviar a ser la respuesta a ésta.

En la parábola del evangelio tenem

os a tres personajes distintos,

  • El primero de ellos (el sacerdote) “lo vio y siguió de largo”.
  • El segundo (el levita) “lo vio y siguió su camino”.
  • Y el último (el samaritano) “lo vio y se conmovió”.

Los primeros personajes eran “hombres de Dios”, ya que los dos eran hombres religiosos y muy probablemente podían venir de regreso de su oficio cultual (de adorar a Dios). Pero al encontrarse con un ser humano que sufre, a su prójimo, decidieron seguir de largo.


El último en pasar por allí, fue el samaritano. Una persona que no era considerada como un “hombre de Dios”, ya que era un hereje, un… Pero él si se detuvo, se CONMOVIÓ al verlo.

Y la pregunta de Jesús: ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones? El verdadero discípulo de Jesús, el verdadero cristiano, no es aquel que va a adorar a Dios al templo y al salir de él, sigue de largo ante su prójimo; o diciéndolo en otras palabras, el cristiano es aquel que sabe que para amar a Dios hay que amar al hermano. ¡EL CRISTIANO ES PRÓXIMO, es cercano, está junto al que lo necesita, es portador del amor de Dios!

Los primeros dos personajes de la parábola, aparentaban ser “hombres de Dios”, pero en el fondo, dejaban de hacer lo más importante: AMAR (dejaron de ser prójimos). Al final, lo único que vale es lo que somos realmente, y lo que somos realmente es lo que hemos o no hemos amado.

El mundo necesita de prójimos, de cristianos capaces de llevar el amor que han recibido de Dios. El Espíritu Santo no sólo nos inunda de amor, sino que también nos capacita para amar. No dejemos que nuestra capacidad más grande se desperdicie, NO PASEMOS DE LARGO EN NUESTRAS VIDAS, SINO QUE DEJEMOS HUELLA POR DONDE PASAMOS y esto será únicamente posible si hemos sido prójimos, si hemos amado de verdad.


¡así que, anda y haZ TÚ lo mismo!

“NADIE PUEDE DECIR QUE AMA A DIOS, SINO AMA A SU HERMANO” (1Jn 4,20).