lunes, 26 de octubre de 2009


Las Bienaventuranzas -Mt 5, 1-12-

1 Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.

2 Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:

3 «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.

4 Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.

5 Felices los afligidos, porque serán consolados.

6 Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

7 Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.

8 Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.

9 Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.

10 Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.

11 Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.

12 Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.


COMENTARIO

Las opciones del Reino (fuente: http://www.dominicos.org/predicacion/homilias/1-11-2009/comentario-biblico)

1. El evangelio de esta fiesta es ya proverbial; se trata de las bienaventuranzas de Mateo, cuyo texto, además, tiene la solemnidad de una proclamación, sobre un monte (de ahí el Sermón de la Montaña en que está contextualizado), y para toda la multitud, como sería la multitud incontable del texto de Apocalipsis que se ha leído en la primera lectura. Es la carta magna del discipulado, de la vida cristiana, del seguimiento de Jesús, de la salvación futura. Las bienaventuranzas son creativas, no cuantitativas. Son los puntos más determinantes con los cuales Jesús ha pretendido una nueva humanidad, un nuevo pueblo. No se trata de proponer algo exótico, mágico o taumatúrgico, sino algo bien humano. Pero es verdad que se plantea, no obstante, un auténtico esfuerzo por conquistar la gloria, la libertad y la paz. Se propone la pobreza que libera el corazón de muchas ataduras; la misericordia que introduce en las relaciones humanas la benevolencia y el perdón; la limpieza de corazón para juzgar y ser juzgados; la lucha por la justicia, porque Dios es justo. Se proclaman bienaventurados por haber elegido lo que el mundo no elige, sino que odia; por haberse decidido por el sentido mejor de la vida. Y se trata de una posibilidad de santidad que se debe vivir ya desde ahora, aquí en nuestra historia; no queda para después que todo haya acabado.

2. Se ha insistido mucho en los aspectos literarios y exegéticos de las bienaventuranzas de Mateo (5,1-12) y de Lucas (6,20-22); sobre el tenor original, es decir, aquellas que están más cerca de las palabras de Jesús. Todo tiene su sentido, sin duda, pero quedan muchas preguntas siempre sobre la mesa, porque se permiten diferentes interpretaciones. El texto original que se tomó de Q podría estar bien representado en Lucas, pero no es algo absoluto. Sabemos que las bienaventuranzas tienen un ámbito muy coherente en la literatura sapiencial, la que enseña a vivir, a comportarse, a elegir lo que da no da sentido a la vida. La propuesta de Jesús, por lo tanto, no está lejos de este contexto sapiencial: con las bienaventuranzas Jesús quiere proclamar el Reino de Dios y quiere enseñar a vivir en ese Reino al que dedica su vida. Son expresiones que nos muestran a un Jesús “profeta escatológico” (no necesariamente apocalíptico), que quería anunciar lo que debería cambiar esta historia.

3. Algunos especialistas han hecho una traducción sobre las bienaventuranzas en las que siempre es determinante el verbo “elegir”. Considero que puede ser discutible, pero es esclarecedor. Eso significa que proclamar bienaventurado (makários) a alguien no es porque sí, por su cara bonita, porque es un desgraciado o porque es o ha nacido en esta o aquella situación. En las bienaventuranzas, por su tono sapiencial, es muy importante las opciones: elegir: ser pobre y no rico en este mundo; elegir la justicia y no otra cosa; elegir la paz. Aquí están representados los valores del reino, los valores de la vida ante Dios. Esto, independientemente de las bienaventuranzas auténticas de Jesús o las añadidas por la tradición catequética de la comunidad de Mateo. Es verdad que el término “elegir” no está en el texto, pero lo implica necesariamente. ¿Por qué? Porque no se trata de una proclamación sin contar con la voluntad soberana del hombre que vive y hace la historia.

4. Un factor muy importante de lectura e interpretación sería hacer el intento de traducir a un lenguaje de hoy el texto de las bienaventuranzas; teniendo en cuenta ese sentido sapiencial del que hemos hablado y esa “opción” o “elección” que hemos planteado como necesaria. Debemos conservar las palabras del evangelio, de Mateo o de Lucas, si es posible en su tenor y en su sentido original. Pero hoy debemos enriquecer nuestra comprensión de las mismas con el “espíritu” que emana de ellas. Es como cuando hemos vivido y atravesado un puente romano durante todo la vida, pero ahora, sin destruir ese puente, porque la ciudad ha crecido, hacemos uno nuevo, con tecnología punta. Subsisten los dos, pero quizás por el romano no pueden pasar todos los vehículos pesados de hoy. Los limpios de corazón, por ejemplo, son dichosos porque están abiertos a los demás y los valoran como hijos de Dios. Es decir, seamos creativos y proféticos al interpretar las bienaventuranzas del Reino.

lunes, 19 de octubre de 2009

Mc. 10, 46-52

EN SEGUIDA COMENZÓ A VER Y LO SIGUIÓ POR EL CAMINO

46 Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo –Bartimeo, un mendigo ciego– estaba sentado junto al camino.

47 Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!».

48 Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!».

49 Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». Entonces llamaron al ciego y le dijeron: «¡Animo, levántate! El te llama».

50 Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.

51 Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?. El le respondió: «Maestro, que yo pueda ver».

52 Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.


COMENTARIO
Tengo que confesar, que éste es uno de los pasajes que más me gusta de Marcos. Interesante como en el capítlo 8, nos narra el autor la curación de un ciego de Betsaida, con el cual pareciera que no hizo del todo bien el trabajo Jesús, ya que necesito una doble intervención de Él, para recobrar la vista. Es con ese ciego con quien comienza un camino de discípulo, como aquel que esta iniciando, como aquel que ve pero borroso, aquel que empieza a descubrir...

Pasamos por todo un importante recorrido, Cuando pero le dice Pedro a Jesús "Tu eres el Cristo", después de haber preguntado "quién dicen que soy yo?; contrasto Jesús la afirmación de Pedro con el primer anuncio de su pasión; luego nos dijo Jesús que habia que Negarse a sí mismo y tomar la cruz; Hay un acontecimiento importante al inicio del capitulo nueve... la transfiguración, donde Jesús nos dice que hay algo más... que su vida no terminará en la muerte, sino que será exaltado y resucitará. Y así, fuimos haciendo todo un camino para formarnos como discípulos junto al Maesto (Rabbuní) a través de los capítulos 8, 9 y 10, para terminar con éste evangelio.
Ahora el ciego le grita a Jesús, lo busca, le pide que llegue con él. Jesús lo llama y luego le dice ¿Qué quieres que haga por ti? Y él responde "Rabbuní que vea." Y en seguida comenzó a ver y lo siguió.

Es después de haber hecho todo éste recorrido junto a Jesús, que cada uno de nosotros se siente impulsado a llamarlo, a decirle "Jesús, ten compasión de mí", para luego escuchar como Él nos llama y nos dicen los discípulos "ánimo, levantante, TE ESTÁ LLAMANDO" y nos pregunta: "¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI?" y no tengamos miedo de responder... MAESTRO QUE VEA, para así poder empezar a ver, a descubrir, a comprender el mensaje de Jesús, a poder verlo y al tener todo totalmente claro... decidir seguirlo.

No tengamos miedo de pedirle a Jesús que nos recobre la vista y sintamonos dichosos de ser siempre escuchados y de haber recobrado la visión, la capacidad de ver el mundo desde los ojos de Jesús y de ser ahora capaces de seguirlo.

Termino con una reflexión del Padre Juan José Palomino
Recordemos el itinerario, que sigue Bartimeo, para que lo llevemos cada uno de nosotros a nuestrapropia vida. Estos son los pasos:

1° Un grito de auxilio. ¿Cuáles son nuestros gritos? ¿Pedimos misericordia o nos contentamos con
luchar por una mejor calidad de vida? Detrás de muchas de nuestras zozobras, de nuestraspreocupaciones por encontrar relaciones afectivas satisfactorias, un trabajo estable, una mayor armonía social, hay con frecuencia un verdadero clamor. Aspiramos a que nuestras heridas sean curadas. Deseamos ver,

2° Viene luego la llamada de Jesús a través de sus muchas mediaciones (atención, porque el texto de Marcos dice expresamente que "lo mandó llamar") ¿Cuáles son hoy las mediaciones a través de las que Jesús nos llama? ¿Qué acontecimientos constituyen hoy para nosotros la voz de Jesús?

3° Cuando uno se siente interpelado por él, entonces suelta, salta y se acerca. Estos tres verbos indican tres aspectos de la aventura de la fe: soltar todas las amarras (prejuicios, hábitos dañinos, actitudes de autosuficiencia), saltar (dejarse estremecer por la sorpresa, experimentar la alegría de ser mirado y llamado por Jesús, disfrutar de su presencia) y acercarse (ponerse a tiro, sentirse inundado por su cercanía).

4° La confianza en Jesús produce la curación. Consiste en una nueva capacidad para ver la realidad como él la ve, para reconocerlo como Maestro, para poder plantear la vida como un seguimiento. El camino se convierte en una aventura apasionante para aquellos que durante mucho tiempo no han podido caminar, como el ciego Bartimeo.

Pedimos al Señor que sepamos reconocer su acción salvífica con nosotros y nos ayude a vivir en positivo, haciendo nuestro el salmo, que hoy cantamos: "El Señor ha estado grande con nosotros; por eso estamos alegres".

lunes, 12 de octubre de 2009

Evangelio según San Marcos 10,35-45.
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir".
El les respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?".
Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria".
Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?".
"Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo.
En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados".
Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos.
Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.
Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".


COMENTARIO
Santo Tomás de Aquino (1225-1274), teólogo dominico, doctor de la Iglesia.
Conferencia sobre el Credo, 6

«El que quiera ser grande, sea vuestro servidor»

¿Qué necesidad había para que el Hijo de Dios padeciera por nosotros? Una gran necesidad que se puede resumir en dos puntos: necesidad de remedio por lo que se refiere a nuestros pecados, necesidad de ejemplo para nuestra conducta... Porque la Pasión de Cristo nos proporciona un modelo válido para nuestra vida... Si buscas un ejemplo de caridad: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13)... Si buscas la paciencia, es sobre la cruz donde se encuentra en grado máximo... Cristo sufrió grandes males en la cruz, y pacientemente, puesto que «cuando lo insultaban, no devolvía el insulto» (1P 2,23), «como un cordero llevado al matadero, no abría la boca» (Is 53,7)... «Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, que renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz» (Hb 12,1-2).
Si buscas un ejemplo de humildad, mira al crucificado. Porque un Dios ha querido ser juzgado bajo Poncio Pilato y morir... Si buscas un ejemplo de obediencia, no tienes que hacer más que seguir al que se hizo obediente al Padre «hasta la muerte» (Flp 2,8). «Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos» (Rm 5,19). Si buscas un ejemplo de menosprecio de los bienes de la tierra no debes hacer otra cosa que seguir al que es «Rey de reyes y Señor de los señores», «en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (1Tm 6,15; Col 2,3); sobre la cruz estuvo desnudo, convertido en la mofa de todos, cubierto de salivazos, golpeado, coronado de espinas, y finalmente, apagando su sed con hiel y vinagre.

lunes, 5 de octubre de 2009

Mc 10, 17-30 -Jesucristo, el máximo valor de nuestra vida-

17 Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?».

18 Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno.

19 Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre».

20 El hombre le respondió: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».

21 Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme».

22 El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.

23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!».

24 Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: «Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!.

25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios».

26 Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?».

27 Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible».

28 Pedro le dijo: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te

hemos seguido».

29 Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia,

30 desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.


COMENTARIOS


San Juan Crisóstomo, (hacia 345-407), presbítero de Antioquia, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía 63 sobre san Mateo; PG 58,603

« Tendrás un tesoro en el cielo »

Jesús había dicho al joven: «Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos» (Mt 19,17). Él le preguntó: «¿Cuáles?», no para ponerlo a prueba de lo cual no tenía intención, sino suponiendo que para él habría, juntamente con la Ley de Moisés, otros mandamientos que le llevarán a la vida; esto daba prueba de su ardiente deseo. Cuando Jesús le hubo enunciado los mandamientos de la Ley, el joven le dijo: « Todo eso lo he cumplido desde mi juventud » Pero no se detuvo ahí sino que le preguntó: «¿Qué me falta?» (Mt 19,20), lo cual era igualmente signo de su ardiente deseo. No es propio de un alma pequeña darse cuenta de que todavía le falta algo, que le parece insuficiente el ideal propuesto para alcanzar el objeto de su propio deseo.

¿Y qué dijo Cristo? Le propone una cosa grande; primero le propone la recompensa declarando: «Si quieres llegar hasta el final: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme». ¿Te fijas en el precio, qué coronas propone para esta cursa deportiva?... Para atraerle le enseña una recomp

ensa de mucho valor y lo deja todo al juicio del joven. Lo que podría ser doloroso, lo deja en la oscuridad. Antes de hablar de combates y esfuerzos, le muestra la recompensa: «Si quieres llegar hasta el final» le dice: ¡ésta es la gloria, ésta es la felicidad!... «Tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme»: ¡ésta es la recompensa, la recompensa enorme de caminar siguiendo los pasos de Cristo, ser su compañero y su amigo! Este joven amaba las riquezas de la tierra; Cristo le aconseja despojarse de ellas, no para empobrecerse en la desapropiación sino para enriquecerle cada vez más.