lunes, 30 de noviembre de 2009

Preparemos el Camino al Señor

Evangelio de Lc 3, 1-6
1-2 Juan el Bautista, el hijo de Zacarías, vivía en el desierto. Dios le habló allí, en el desierto, cuando Tiberio tenía ya quince años de ser el emperador romano y Poncio Pilato era el gobernador de la región de Judea. En ese tiempo Herodes Antipas gobernaba en la región de Galilea; por su parte Filipo, el hermano de Herodes, gobernaba en las regiones de Iturea y Traconítide; Lisanias gobernaba en la región de Abilene. Anás y Caifás eran los jefes de los sacerdotes del pueblo judío.
3 Juan fue entonces a la región cercana al río Jordán. Allí le decía a la gente:
«¡Bautícense y vuélvanse a Dios! Sólo así Dios los perdonará.»
4 Mucho tiempo atrás, el profeta Isaías había escrito acerca de Juan:
«Alguien grita en el desierto:



“Prepárenle el camino a nuestro Dios.  ¡Ábranle paso! ¡Que no encuentre estorbos!
5 ”Rellenen los valles, y conviertan en llanura la región montañosa. Enderecen los caminos torcidos.
6 ¡Todo el mundo verá al Salvador que Dios envía!”»

Comentario


Preparad el camino del Señor
Preparar “el camino del Señor” no fue sólo la vocación de Juan el Bautista. En realidad es lo que nos toca hacer a cuantos creemos y esperamos que Él se acerque a nosotros.
Es bonita la idea de “preparar el camino”. Una hermosa alegoría de ese ir tomando opciones en la vida que la aproximen a la venida, al paso del Señor.


Los caminos son muchos y no siempre conducen a lugar seguro. Hay caminos imaginados, pero no reales por los que podamos transitar. Hay caminos tortuosos donde los caminantes se fatigan en exceso o resultan heridos. Hay caminos que se pierden y nos dejan solos y desorientados. Hay que caminos que se desdibujan y no llevan a parte alguna.


Y lo que es más importante: hay personas que pueden hacer confiadamente su camino, personas que no encuentran su camino, personas que se quedan en el camino.


El camino del Señor es un camino que conduce a la salvación, un camino que podemos y debemos hacer juntos y en el que debemos hacer un sitio a los que se pierden y a los que excluimos. Jesús dijo de sí mismo que Él era el camino. Y la verdad y la vida: la luz del camino y su espléndido final.
¿Cómo hacer hoy para preparar ese camino del Señor? Cada momento de la historia tiene sus propias demandas y posibilidades. Pero en el oráculo del viejo Isaías se nos siguen dando pistas para nuestra creatividad: allanar los senderos: facilitar el fatigoso peregrinar de los humanos; elevar los valles: confortar a quien se siente deprimido y necesitado de horizontes en la vida; hacer descender los montes y colinas: porque sólo se puede caminar juntos si somos iguales y pacientes con los más lentos, y agradecidos a los más veloces; que lo torcido se enderece: porque no todo es recto en nuestro mundo y no podemos callar ante lo que causa sufrimiento y desesperanza ; que lo escabroso se iguale: porque todo lo que es abrupto y violento exaspera a los otros, está reñido con el amor.



Con ese empeño cotidiano, en la vida y personal y social, se irá haciendo ver la salvación de Dios. Así el adviento nos preparará a algo más que a un rito repetido, a la compulsión del consumo o a las nostalgias de la niñez y la juventud. Nos preparará a comprometernos en desbrozar los caminos del Señor en esta vieja tierra.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Dios llega y se queda cuando sembramos esperanza.

Lc 21, 25-36
El regreso del Hijo del hombre

25 »Pasarán cosas extrañas en el sol, la luna y las estrellas. En todos los países, la gente estará confundida y asustada por el terrible ruido de las olas del mar. 26 La gente vivirá en tal terror que se desmayará al pensar en el fin del mundo. ¡Todas las potencias del cielo serán derribadas! 27 Esas cosas serán una señal de que estoy por volver al mundo. Porque entonces me verán a mí, el Hijo del hombre, venir en las nubes con mucho poder y gloria. 28 Cuando suceda todo eso, estén atentos, porque Dios los salvará pronto.


La lección de la higuera

29 Jesús también les puso este ejemplo:
«Aprendan la enseñanza que les da la higuera, o cualquier otro árbol. 30 Cuando a un árbol le salen hojas nuevas, ustedes saben que ya se acerca el verano. 31 Del mismo modo, cuando vean que sucede todo lo que yo les he dicho, sepan que el reino de Dios pronto comenzará. 32 Les aseguro que todo esto sucederá antes de que mueran algunos de los que ahora están vivos. 33 El cielo y la tierra dejarán de existir, pero mis palabras permanecerán para siempre.

Jesús advierte a sus discípulos

34 »¡Tengan cuidado! No pasen el tiempo pensando en banquetes y borracheras, ni en las muchas cosas que esta vida les ofrece. Porque el fin del mundo podría sorprenderlos en cualquier momento, 35 y ustedes serán como un animal que, de pronto, se ve atrapado en una trampa. 36 Por eso, estén siempre alerta. Oren en todo momento, para que puedan escapar de todas las cosas terribles que van a suceder. Así podrán estar conmigo, el Hijo del hombre.»

COMENTARIO
  •      Dios cumple sus promesas
Nos hemos ido acostumbrando a que las promesas no se hacen para cumplirlas, sino para quedar bien o para lograr otros propósitos. Las páginas de los periódicos y los ecos de otros medios están llenas de promesas incumplidas o, lo que es peor, de promesas que se hicieron sin ánimo de cumplirlas. Ya apenas nos escandalizamos de ello, pero esto nos ha hecho ir perdiendo la confianza en la palabra. Y esto es serio. El viejo Aristóteles decía que la palabra es lo que nos permite convivir en la ciudad, mientras que la voz sólo hace posible la coexistencia de los animales en su grupo. Por eso no basta con tener voz, es más importante tener palabra. Convivir es mucho más que coexistir.
En este panorama de promesas incumplidas, de palabras sin hondura ¿quedan aún promesas de las que nos podamos fiar, sabiendo que no nos sentiremos defraudados?
Jeremías, y la tradición profética, que tanto influyó en la experiencia religiosa de Jesús de Nazaret, presenta a Dios como quien cumple su promesa, quien da solidez a sus palabras. Su compromiso es serio. Y esto llena de tranquilidad a sus fieles, porque el Señor será nuestra justicia y promoverá la justicia. Es un Dios que se hace creer porque cree en lo que dice y en lo que hace.
  •      Que el Señor os haga rebosar de amor mutuo
Esta fidelidad de Dios no suscita sólo fe y esperanza en Él. Nuestro Dios no es un coleccionista de afectos, un gran y solitario narcisista. No busca aduladores, sino testigos.
¿Qué testifica ante el mundo que es cierta nuestra confianza en Dios? ¿Qué nos hace creíbles a nosotros como creyentes? En el evangelio hay respuestas para eso. La más radical y clara: que amamos a los hermanos. Sólo el amor es digno de fe, según el decir de Von Balthasar.
Si en nuestro mundo está en crisis el valor de la palabra es porque también está en crisis el valor del amor. El amor que es fortaleza interior para seguir apostando por el otro, por su dignidad personal, por todo lo que le hace insustituible.
Alguien dijo que amar a otro es decirle: tú no morirás. El amor es una opción por la vida, porque el otro se sienta vivo y con ganas de recomenzar constantemente su aventura.
Creemos en la promesa del Dios que libera cuando amamos al hermano para que vaya siendo liberado de sus temores y sus angustias. Creemos en la promesa de Dios que es nuestra justicia cuando amamos comprometidamente al hermano que aún espera poder vivir en condiciones más justas.
  •      Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación
El evangelio de este domingo pone en boca de Jesús palabras apocalípticas. No debieran servir para meter el miedo en el cuerpo a nadie. Aunque haya un cierto morbo en todo ese tipo de narraciones sobre el fin del mundo. Jesús no es un literato de quiosco. Es un testigo del amor de Dios, que ama al mundo hasta el extremo de no dejarle abandonado a su suerte. El género apocalíptico destaca, en el dramatismo de sus palabras y sus imágenes, que Dios está cerca también cuando los acontecimientos se tuercen.
Entre las angustias de las gentes, entre el miedo que nos deja sin aliento, ante lo que se le viene encima al mundo, es posible mantener la fe. No la fe en que saldremos de “esta” crisis, sino la fe de que el Señor nos abrirá paso en las crisis de la vida. Es la fe adulta para los tiempos difíciles, cuando la historia se hace inhóspita, cuando la vida se torna compleja y poco amable.
La fe no nos lleva a escabullirnos de las dificultades, a agachar la cabeza o meterla bajo el ala, sino a hacerles frente con audacia y fortaleza. Porque no estamos solos. Los hermanos, y Dios con ellos, son nuestra fuerza.
Por eso, el Dios que viene, no abate las esperanzas humanas. El Dios que llega nos invita a levantarnos, a alzar la cabeza, a estar siempre despiertos, lúcidos, acertando a leer con sabiduría el sentido de los avatares del mundo y los chispazos de luz en medio de la oscuridad. A ser solidarios esforzados, desde el amor, con quienes el desorden de este mundo hace vivir entre tinieblas y sombras de muerte. Dios llega y se queda cuando sembramos esperanza.
Vivir el Adviento es abrir el corazón y la mente a la luz de Dios que está siempre ahí, pocas veces cegadora, casi siempre conviviendo con las sombras de nuestra vida y nuestra historia. 

lunes, 16 de noviembre de 2009

Todo el que es de la verdad, escucha la voz de Jesús y le sigue.

 Jn 18, 33-37





33 Pilato, entonces, entró de nuevo en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó:
—¿Acaso eres tú el rey de los judíos?
34 Jesús le contestó con otra pregunta:
—¿Se te ocurrió a ti esa idea, o alguien te ha hablado de mí?
35 Pilato le contestó:
—¿Me ves cara de judío? La gente de tu mismo país y los sacerdotes principales son los que te han entregado. ¿Qué fue lo que hiciste?
36 Jesús le respondió:
Yo no soy como los reyes de este mundo. Si lo fuera, mis ayudantes habrían luchado para que yo no fuera entregado a los jefes de los judíos.
37 —Entonces sí eres rey —replicó Pilato.
Y Jesús le contestó:
Si tú lo dices... Yo, por mi parte, vine al mundo para hablar acerca de la verdad. Y todos los que conocen y dicen la verdad me escuchan.

Comentario


  •      Una escena desconcertante
Pilato no da crédito a lo que ve. Jesús, por su parte, acoge irónicamente el título de “rey de los judíos” (título que nunca fue una formulación mesiánica cristiana) en el momento en que, preso, es un juguete del poder romano. Siente en su interior el poder paradójico del que ha venido a servir para promover una vida digna para todos, la misma dignidad que él muestra en el juicio. Mientras el patio exterior del pretorio es un hervidero de gritos frenéticos de odio, en la estancia interior del interrogatorio Jesús traspira serenidad y paz. Es dueño y señor de la situación. El que siempre habló con autoridad, dará su última lección magistral desde lo alto de la cruz muriendo en comisión de servicio e inaugurando oficialmente su realeza.
  •      Discípulos, no súbditos
El diálogo introducido por el evangelista enfatiza el tema de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha la voz de Jesús y le sigue. Él es la verdad hecha carne, la palabra del testigo fiel, del que vino para dar testimonio de la verdad. Nos muestra y revela la verdad acerca de Dios, la verdad que hace pensar y que ayuda a vivir.
Curiosamente, en el diálogo se invierten los papeles: el acusado pregunta como si él fuera el juez y el prefecto romano se ve sometido a juicio. Ha comenzado el juicio de este mundo, en el que el Príncipe de la mentira será derribado. Ha llegado la hora del compromiso con la verdad: todos los sellados con el INRI de la cruz, proscritos y postergados, serán rehabilitados.
  •      Cuando servir es reinar
Sólo los que están a favor de la verdad, como los niños que lo aclamaron a su entrada en Jerusalén, pueden captar la realeza de Jesús. La fiesta de Cristo Rey es también la de todos los bautizados, invitados a participar del reinado de Dios: reino de verdad y de vida, reino de justicia y de paz.
El mejor homenaje en el día de su fiesta: reconocerlo como Señor en la comunidad de los hermanos, allí donde todos puedan sentarse a la mesa de la palabra y del pan. En la cátedra señorial del servicio, donde la autoridad personal del ejemplo sustituye al ansia de poder y de dominio.

lunes, 9 de noviembre de 2009

LA HISTORIA SE TRANSFORMA


TEXTO DE MARCOS 13, 24-32

El regreso del Hijo del hombre
24 »Cuando haya pasado ese tiempo de sufrimiento, el sol se pondrá oscuro; la luna dejará de brillar.
25 Las estrellas se caerán, y temblarán los poderes del cielo.
26 »Entonces me verán a mí, el Hijo del hombre, venir en las nubes del cielo con mucho poder y gloria.
27 Y enviaré por todo el mundo a mis ángeles, para que reúnan a mis seguidores.

La lección de la higuera


28 »Aprendan la enseñanza que da la higuera. Cuando a este árbol le salen ramas tiernas y hojas nuevas, ustedes saben que ya se acerca el verano. 29 Del mismo modo, cuando vean que todo está pasando como les he dicho, sabrán que pronto vendré de nuevo. 30 Les aseguro que todo esto pasará antes de que mueran algunos de los que ahora están vivos. 31 El cielo y la tierra dejarán de existir, pero mis palabras permanecerán para siempre.


COMENTARIO

La historia se transforma, no se aniquila
-Autor: Fray Miguel de Burgos Núñez-


1. El evangelio de hoy forma parte del discurso apocalíptico de Marcos con que se cierra la actividad de Jesús, antes de entrar en la pasión. Es propio de la liturgia con la que culmina el año litúrgico usar esos textos apocalípticos que plantean las cuestiones finales, escatológicas, del mundo y de la historia. Jesús no fue muy dado a hablar de esta forma, pero en la cultura de la época se planteaban estos asuntos. Por ello le preguntan sobre el día y la hora en que ha de terminar este mundo. Jesús –según Marcos-, no lo sabe, no lo dice, simplemente se recurre al lenguaje simbólico de los apocalípticos para hablar de la vigilancia, de estar alertas, y de mirar “los signos de los tiempos”. No podemos negar que aquí hay “palabras” de Jesús, pero hoy se reconoce que la comunidad primitiva, algunos círculos de profetas-apocalípticos, cultivaron estos dichos de Jesús y los acomodaron a su modo de vivir en una itinerancia constante y en la adversidad y el rechazo de su mensaje de Dios.


2. Tenemos que reconocer que Mc 13, lo que se llama el apocalipsis sinóptico, se presta a muchas interpretaciones de distinto perfil histórico, literario y teológico. Se reconoce que no es propiamente de Jesús, sino de los cristianos que, ante una crisis, de guerra, de persecución, escribieron este texto. Pusieron palabras de Jesús que se mantenían en la tradición para tratar de afrontar los problemas que se presentaban para judíos y cristianos. Es posible que la base del mismo pueda explicarse en la crisis de Calígula el 40 d. C., en tiempos de Petronio, legado de Siria, para llevar a cabo la orden de poner una estatua del emperador en el templo para ser adorado como dios. Esta es una hipótesis entre otras, pero razonable. No obstante no todo el texto se explica en este momento. Posteriormente y separados ya judíos y cristianos, se vuelve sobre este texto ante nuevas dificultades. Las opiniones son muy diversas y, a veces, extravagantes. El cristianismo primitivo estuvo muy influenciado por la corriente apocalíptica. Esto no se niega. Pero la solución de la historia y de la vida de los hombres no debería tomarse al pie de la letra todo esto. Pero una cosa sí es cierta: ante la tiranía todo los hombres de cualquier clase y religión estamos llamados a resistir en nombre de Dios.


3. Los signos de los tiempos siempre han sido un criterio profético de discernimiento de cómo vivir y de qué esperar. ¿Por qué? Porque los profetas pensaban que Dios no había abandonado la historia a una suerte dualista donde la maldad podría imponerse sobre su proyecto de creación, de salvación o liberación. Pero los signos de los tiempos hay que saberlos interpretar. Es decir, hay que saber ver la mano de Dios en medio del mundo, en nuestra vida personal y en la de los demás. La historia se “transforma” así, no acaba ni tiene por qué acabar de buenas a primeras con una catástrofe mundial. Y Dios interviene en la historia “por nosotros” y nunca “contra nosotros”. De la misma manera que el anuncio del “reino de Dios” por parte de Jesús -su mensaje fundamental, es una convicción de su providencia y de su fidelidad a los hombres que hacen la historia.


4. Cierto tipo de mentalidades siempre han creído y propagado que el final del mundo vendrá con una gran catástrofe en la que todo quedará aniquilado. Pero eso no nos obliga necesariamente a creer que eso será así. Dios tiene sus propios caminos y sus propias maneras de llevar hacia su consumación esta historia y nuestra vida. El discurso está construido sobre palabras de Daniel 7,13-14 en lo que se refiere a venida del Hijo del Hombre. Sin embargo, en los términos más auténticos de Jesús se nos invita a mirar los signos de los tiempos, como cuando la higuera echa sus brotes porque el verano se acerca; a descubrir un signo de lo que Dios pide en la historia. Dios tiene sus propios caminos para poner de manifiesto que en esta historia nada pasa desapercibido a su acción y de que debemos vivir con la espera y la esperanza del triunfo del bien sobre el mal; que no podemos divinizar a los tiranos ni deshumanizar a los hijos de Dios. Los tiranos no pueden ser dioses, porque todos los hombres son “divinos” como imagen de Dios. Así es como se transformará esta historia a imagen del “reinado de Dios” que Jesús predicó y a lo que dedicó su vida.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Lo poco puede ser mucho y lo mucho puede ser poco


Mc 12, 38-44



Jesús advierte a la gente y a sus discípulos
38 Jesús siguió enseñando y les dijo:
«¡Cuídense de los maestros de la Ley! A ellos les gusta vestirse como gente importante, y que en el mercado los saluden con mucho respeto. 39 Cuando van a una fiesta o a la sinagoga, les gusta ocupar los mejores asientos. 40 ¡Y son ellos los que roban las casas de las viudas, y luego hacen oraciones muy largas! Pero Dios los castigará más duro que a los demás.»



La ofrenda de la viuda pobre
41 Un día, Jesús estaba en el templo, y se sentó frente a las cajas de las ofrendas. Allí veía cómo la gente echaba dinero en ellas. Mucha gente rica echaba grandes cantidades de dinero. 42 En eso llegó una viuda pobre, y echó en una de las cajas dos moneditas de poquísimo valor. 43 Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
Les aseguro que esta viuda pobre dio más que todos los ricos. 44 Porque todos ellos dieron de lo que les sobraba, pero ella, que es tan pobre, dio todo lo que tenía para vivir.



Comentario
(Autor: Fray Ricardo de Luis Carballada,      http://www.dominicos.org/predicacion/homilias/8-11-2009/pautas)
"Esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque ha echado todo lo que tenía para vivir"
Lo mucho de lo poco
En la cultura del espectáculo en la que vivimos nos dejamos impresionar por lo grandioso. Y vamos perdiendo sensibilidad visual y perceptiva para lo pequeño, lo aparentemente sin importancia, lo cotidiano y ordinario. Jesús contemplaba todo con una mirada divina. Es una mirada que tiene en cuenta lo cotidiano, lo aparentemente sin importancia.
• A Jesús le llama la atención la ofrenda pequeña de una viuda en el arca del templo, en donde parte del dinero recaudado se destinaba a los pobres. Y destaca que mientras otros ofrecen lo que les sobra, esta mujer ofrece todo lo que tiene. A partir del gesto de esta mujer Jesús nos advierte que, en ocasiones, poco puede ser mucho. Y con la misma lógica también se podría decir que, en ocasiones, mucho puede ser poco.
• Pero podemos preguntar, ¿en dónde se encuentra la grandeza de la acción de la mujer? ¿Es el hecho que para ella dos monedas representan mucho más que la ofrenda abundante de los ricos que dan lo que les sobra? Sin duda. Pero con ello no está dicho todo lo que se contiene en las palabras de Jesús. Entenderemos esas palabras en su profundidad si dirigimos la atención a los motivos que se encuentran en el origen del gesto de la viuda.
• La mujer ofrece todo lo que tiene en el arca del templo, que es la casa de Dios. De este modo está indicando que Dios es algo muy importante en su vida. Porque Dios se encuentra en el centro la mujer se entrega a dos cosas que tienen que ver con ese Dios: el templo y los pobres. En ambos ámbitos uno se relaciona con Dios. En el templo se experimenta la cercanía de Dios que abre al amor. En los pobres uno comunica el amor recibido de Dios.
• Jesús ensalza de esta mujer no sólo su generosidad monetaria sino sobre todo su entrega y fidelidad a Dios. El culto a Dios, es decir, cuidar la relación con Él parece un gesto pequeño y sin importancia. Pero ese pequeño gesto contiene mucho. La relación con Dios hace mejor la vida de uno y empuja al cuidado de los necesitados.
• Hoy día parece que cuidar la relación con Dios es algo que no tiene importancia. No se encuentra en el centro de las preocupaciones y para muchos es algo prescindible. Pero los gestos religiosos que parecen pequeños (como son el rezo, la ofrenda, la escucha de la Palabra de Dios) contienen mucho. Contienen la posibilidad de ser mejores y mejorar nuestro mundo. Puede parecer que los que hoy acudimos a los templos somos pocos. Pero al tomar en consideración a Dios, al entregarnos a lo religioso, estamos contribuyendo, y mucho, a que nuestro mundo sea mejor.
• No sabemos si en esta ocasión los discípulos entendieron en toda su profundidad las palabras de Jesús. El texto del evangelio no nos dice nada acerca de ello. Pero lo importante es que nosotros los entendamos.