jueves, 18 de febrero de 2010

Tal vez, podríamos iniciar el camino cuaresmal tomando conciencia de la presencia del Espíritu en nosotros, de la vida a la que nos llama, de la fuerza que nos comunica.


Evangelio de Lucas 4, 1-13

Jesús vence al diablo
1 El Espíritu de Dios llenó a Jesús con su poder. Y cuando Jesús se alejó del río Jordán, el Espíritu lo guió al desierto.
2 Allí, durante cuarenta días, el diablo trató de hacerlo caer en sus trampas, y en todo ese tiempo Jesús no comió nada. Cuando pasaron los cuarenta días, Jesús sintió hambre.
3 Entonces el diablo le dijo:
—Si en verdad eres el Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan.
4 Jesús le contestó:
La Biblia dice: “No sólo de pan vive la gente”.
5 Después el diablo llevó a Jesús a un lugar alto. Desde allí, en un momento, le mostró todos los países más ricos y poderosos del mundo, 6 y le dijo: —Todos estos países me los dieron a mí, y puedo dárselos a quien yo quiera. 7 Yo te haré dueño de todos ellos, si te arrodillas delante de mí y me adoras.
8 Jesús le respondió:
La Biblia dice: “Adoren a Dios, y obedézcanlo sólo a él.”
9 Finalmente, el diablo llevó a Jesús a la ciudad de Jerusalén, hasta la parte más alta del templo, y allí le dijo: —Si en verdad eres el Hijo de Dios, tírate desde aquí, 10 pues la Biblia dice: “Dios mandará a sus ángeles para que te cuiden. 11 Ellos te sostendrán, para que no te lastimes los pies contra ninguna piedra.”
12 Jesús le contestó:
La Biblia también dice: “Nunca trates de hacer caer a Dios en una trampa.”
13 El diablo le puso a Jesús todas las trampas posibles, y como ya no encontró más qué decir, se alejó de él por algún tiempo.

Comentario
  •   Llevados por el Espíritu
En los escritos de San Lucas resalta con fuerza la actuación del Espíritu en la vida de Jesús y en la comunidad de los seguidores del Resucitado, nacida de la Pascua. En el evangelio de este domingo, el Espíritu es el que lleva y acompaña al Hijo Amado por el desierto, antes de iniciar la misión que le ha sido encomendada por el Padre. Ese mismo Espíritu es el que ha sido derramado en nuestros corazones y nos ha hecho hijos e hijas de Dios.
Tal vez, podríamos iniciar el camino cuaresmal tomando conciencia de la presencia del Espíritu en nosotros, de la vida a la que nos llama, de la fuerza que nos comunica. Pedirle humildemente su ayuda para no poner resistencia a su acción en nosotros y colaborar con él en todo lo que contribuya a que nuestra vida y la de las otras personas sea más plena, más humana, más esperanzada…
  •   El desierto
El desierto en la Biblia recubre una amplia gama de significados. Es el lugar donde Israel vive la tentación en su marcha hacia la tierra de la promesa; donde experimenta el silencio de Dios, el vacío y la soledad; donde se rebela y abandona a su Dios para volverse a los ídolos. Pero el desierto es, también y ante todo, el lugar de oración, de encuentro con Dios, del  primer amor, de la misericordia y fidelidad de Señor a pesar del pecado de su pueblo; lugar del don de la alianza.
¿Encontraremos durante la Cuaresma algunos momentos tranquilos para orar desde nuestro propio desierto y los desiertos de la humanidad? ¿Nos atreveremos a  hacer una cura de silencio para acallar los ruidos que nos impiden escuchar el latido de nuestro corazón y el del prójimo? ¿Seremos capaces de dejarnos llevar por el Espíritu al desierto y prescindir de tantas cosas que nos mantienen en la superficialidad y el divertimiento? Yendo a lo hondo, lograremos descubrir los oasis fértiles que esconde el desierto.
  •   La tentación
En el éxodo hacia la tierra prometida, Israel sucumbe a las múltiples tentaciones que el desierto ofrece. Jesús nos muestra que existe una alternativa distinta ante les trampas del maligno, la de resistir firme en la opción fundamental de la vida, hallando la fuerza para ello en la unión a la voluntad del Padre y el dialogo fecundo con la Palabra a través de la cual Dios se ha revelado a los seres humanos. “Está escrito…”, “Está mandado…”, responderá Jesús a quien intenta apartarle de la misión que le ha sido encomendada. Si el pueblo elegido busca su protección en el becerro de oro, el Hijo de Dios puso toda su confianza en el Padre.
Las tres tentaciones que presenta el relato evangélico afectan a dinamismos muy profundos del ser humano: el deseo de tener y acumular bienes, el deseo de dominar y del éxito, y el deseo de dominar a Dios. No es difícil reconocer estas mismas tentaciones a lo largo de la historia de la humanidad y de la historia de la Iglesia, pero existen otras muchas: la desesperanza que surge en tiempos de crisis, el creernos mejores que los demás, el juicio inmisericorde a la debilidad ajena, el imponer como voluntad de Dios lo que se funda en nuestros criterios humanos, cerrar los ojos al dolor ajeno y refugiarnos en una vida confortable…
¿Cuáles son las tentaciones personales, comunitarias, eclesiales que nos asaltan en este hoy que vivimos? ¿De dónde sacamos la fuerza para hacer frente al mal?
  •   Hasta otra ocasión
El evangelista termina el relato diciendo que “el demonio se marchó hasta otra ocasión”. Jesús no fue tentado una sola vez como tampoco lo somos nosotros. El momento crucial de la pasión y de la muerte en la cruz será la ocasión propicia para que el tentador vuelva a la carga “Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate! (Lc 23, 37), “¿No eres tú el Cristo? Pues  ¡sálvate a ti mismo y a nosotros!” (Lc 23, 39). Necesitamos la fuerza del Espíritu para permanecer unidos a Dios en todo momento y, especialmente, cuando el mal muestra sus garras crueles y  la confianza en la bondad de Dios flaquea. Después de la catástrofe del terremoto de Haití, ha vuelto a surgir en muchas personas la misma pregunta: ¿dónde estaba Dios? Jesús, consciente de la dificultad que supone resistir en la prueba, enseñó a sus primeros discípulos, y en ellos a todos nosotros, a pedir con confianza al Padre que no nos deje caer en la tentación y que nos libre del mal. Hagamos con insistencia esta súplica.

martes, 9 de febrero de 2010

Toda la gente acude a Jesús para escuchar su palabra en un lugar al aire libre, donde se vive, donde se trabaja, donde se sufre.

Evangelio de Lucas 6, 12-13.17.20-26

Jesús elige a doce apóstoles.
12 En aquellos días, Jesús subió a una montaña para orar. Allí pasó toda la noche hablando con Dios. 13 Al día siguiente, llamó a sus seguidores y eligió a doce de ellos. A estos doce Jesús los llamó apóstoles.

Jesús enseña y sana
17 Jesús y los doce apóstoles bajaron de la montaña y se fueron a una llanura. Allí se habían reunido muchos de sus seguidores. También estaban allí muchas personas de la región de Judea, de Jerusalén y de las ciudades de Tiro y Sidón.

Bendiciones
20 Jesús miró fijamente a sus discípulos y les dijo:
«Dios los bendecirá a ustedes, los que son pobres, porque el reino de Dios les pertenece.
21 »Dios los bendecirá a ustedes, los que ahora pasan hambre, porque tendrán comida suficiente. »Dios los bendecirá a ustedes, los que ahora están tristes, porque después vivirán alegres.
22 »Dios los bendecirá a ustedes cuando la gente los odie o los insulte, o cuando sean rechazados y nadie quiera convivir con ustedes. La gente los tratará así sólo porque me obedecen a mí, el Hijo del hombre. 23 Siéntanse felices, salten de alegría, porque Dios ya les tiene preparado un premio muy grande. Hace mucho tiempo, su propia gente también trató muy mal a los profetas.»

Maldiciones
24 Jesús miró a los otros y les dijo:
«¡Qué mal les va a ir a ustedes, los que son ricos, pues ahora viven cómodos y tranquilos! 25 »¡Qué mal les va a ir a ustedes, los que tienen mucho que comer, porque pasarán hambre! »¡Qué mal les va a ir a ustedes, los que ahora ríen, porque sabrán lo que es llorar y estar tristes! 26 »¡Qué mal les va a ir a ustedes, los que siempre reciben halagos! Hace mucho tiempo, su propia gente también halagó a los profetas mentirosos.


Comentario

1. Hoy la liturgia, y muy concretamente el evangelio, nos ofrece uno de los textos más impresionantes de la historia de la humanidad, por el que muchos han dado su vida y por el que otros han detestado al cristianismo y a Jesús de Nazaret. El texto de las bienaventuranzas de Lucas es escueto, dialéctico, radical. Pero en el fondo se trata simplemente de describir dos ámbitos bien precisos: el de los desgraciados de este mundo y el de los bien situados en este mundo a costa de los otros. Lucas nos ofrece las bienaventuranzas en el contexto del sermón de la llanura (Lc 6,17), cuando toda la gente acude a Jesús para escuchar su palabra; no es un discurso en la sinagoga, en un lugar sagrado, sino al aire libre, donde se vive, donde se trabaja, donde se sufre.

2. Es un discurso catequético; por lo mismo, Lucas estaría haciendo una catequesis cristiana, como Mateo lo hizo con el sermón de la montaña (5-7). Entre uno y otro evangelista hay diferencias. La principal de todas es que Lucas nos ofrece las bienaventuranzas y a continuación las lamentaciones (no son maldiciones, viene del hebreo hôy y en latín se expresa con vae: un grito de dolor, de lamento, un grito profético) como lo contrario en lo que no hay que caer. Otra diferencia, también, es que en Mateo tenemos ocho y en Lucas solamente cuatro bienaventuranzas. Sobre su significado se han escrito cientos de libros y aportaciones muy técnicas. ¿Son todas inútiles? ¡No!, a pesar de que sintamos la tentación de simplificar y de ir a lo más concreto. No debemos entrar, pues, en la discusión de si las “malaventuranzas” o lamentaciones son palabras auténticas de Jesús o de los profetas itinerantes cristianos que predicaban con esta radicalidad tan genuina. Hay opiniones muy diversas al respecto. Ahora están en el evangelio y deben interpretarse a la luz de lo que Lucas quiere trasmitir a su comunidad.

3. Jesús hablaba así, casi como las escuchamos hoy en el texto de Lucas, más directo y menos recargado que el de Mateo. Jesús habló así al pueblo, a la gente: Jesús piensa y vive desde el mundo de los pobres y piensa y vive desde ese mundo para liberarlos. El pobre es ´ebîôn/´anaâw en hebreo; ptôchos en griego, pauper en latín: se trata de quien no tiene alimento, casa y libertad y en el AT es el que apela a Dios como único defensor. Así debemos entender la primera aproximación al mensaje de hoy. Esa es una realidad social, pero a la vez es una realidad teológica. Es en el mundo de los pobres, de los que lloran, de los perseguidos por la justicia, donde Dios se revela. Y lógicamente, Dios no quiere, ni puede revelarse en el mundo de los ricos, de poder, de la ignominia. El Reino que Jesús anuncia es así de escandaloso. No dice que tenemos que ser pobres y debemos vivir su miseria eternamente. Quiere decir, sencillamente, que si con alguien está Dios inequívocamente es en el mundo de aquellos que los poderosos han maltratado, perseguido, calumniado y empobrecido. Las lamentaciones, pues, significan que no intentemos o pretendamos encontrar a Dios en las riquezas, en el poder, en el dominio, en la corrupción; allí solamente encontraremos ídolos de muerte.

4. La teología de la liberación ha sabido expresar estas vivencias para dar esperanza a los pobres del Tercer Mundo. Y la verdad es que la fe más evangélica la viven los pobres que creen; los pueblos más ricos y poderosos están más descristianizados. Es el mundo de los pobres y de las miserias, el que más espera en Jesucristo; en el mundo de los poderosos habita un gran vacío. El evangelio de Lucas hoy, pues, nos propone dos horizontes: un horizonte de vida y un horizonte de muerte. ¿Dónde encontrar a Dios? Todos lo sabemos, porque la equivocación radical sería buscarlo donde El ha dicho que no lo encontraremos. El texto de Jeremías es suficientemente explícito al respecto: ¿cómo podría crecer un árbol de vida en el mundo de las lamentaciones?.

5. La luz no es lo que se ve, pero es aquello que produce el milagro para que veamos. Y las bienaventuranzas de Jesús son la luz de su predicación del Reino. Con las bienaventuranzas se hará posible ver a Dios; desde el mundo de las lamentaciones nunca encontraremos al Dios verdadero, aunque Él no rechace a nadie. El mundo de las bienaventuranzas nos impulsa a confiar en un Dios que ha resucitado a Jesús de entre los muertos y, por eso mismo, a cada uno de nosotros nos resucita y resucitará. Pero a ese Dios ya sabemos dónde debemos buscarlo: no en la ignominia del poder de este mundo, sino en el mundo de los pobres, de los que lloran, de los afligidos y de los que son perseguidos a causa de la justicia: ahí es donde está el Dios de vida, el Dios de la resurrección. Y esto es así, porque Dios ha hecho su opción, y un Dios con corazón solamente puede aparecer donde está la vida y el amor.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Navega mar adentro y echa las redes.

Evangelio de Lucas 5, 1-11
1En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.   2Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.  3Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.
 4Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes».
5Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes».
6Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.  7 Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.  8Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador».  9El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; 10y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres».
11Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.



COMENTARIO
Creo que para muchos de ustedes, el evangelio del próximo domingo tiene un gran significado.  Lo recuerdan… Jesús me dejó inquieto…
Veamos un poco el Evangelio de Lucas.  Tres elementos importantes a resaltar:

1.         La multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios. Escuchar la Palabra de Dios… Como puede cambiar la vida de las personas el “simplemente” escuchar…  Este gesto, esa decisión de escuchar la Palabra viva de Dios produce algo especial en nuestras vidas; las transforma, las confronta, las renueva, las orienta, las ilumina, la purifica.  Ese encuentro con la Palabra hizo que Pedro dijera: “si Tú lo dices, las echaré”, a pesar de que para el pescador era algo imposible (ya que lo habían intentado toda la noche y no habían conseguido nada), pero con la confianza en lo que Jesús le decía, se dejó sorprender por Él. 
La palabra de Dios también nos interpela, nos confronta y es por eso que Pedro dice: “Aléjate de mi Señor, porque soy un pecador”.  Dios nos habla al corazón, nos ayuda a reconocernos y a alcanzar la santidad paso a paso.

2.        Navega mar adentro y echen las redes.  Vayamos a lo hondo, a lo profundo, mar adentro; no nos quedemos en la orilla, ya que al ir mar adentro encontraremos aquello que buscábamos y no sólo eso, sino que también podremos realizar nuestra vocación.  Sólo al echar las redes en lo profundo podremos pescar.  No tengamos miedo, ya que a veces lo profundo puede ser desconocido y sentirse inseguro para nosotros (ya que la orilla es más segura y familiar), pero al adentrarnos descubriremos mucho más que quedándonos en la orilla.

3.        No teman, de ahora en adelante serán pescadores de hombres. Jesús escoge a personas de carne y hueso, a personas imperfectas que son perfectas para su misión.  ¿Cuál será mi vocación? ¿Cómo seré yo pescador de hombres? ¿En nombre de quién echaré las redes?  ¿Seré capaz de dejarlo todo para seguirlo?  NO TEMAS, AHORA ERES PESCADOR DE HOMBRES.  AHORA ERES TÚ EL LLAMADO A LLEVAR EL AMOR DE DIOS A LOS HOMBRES; AHORA ERES TÚ EL LLAMADO A PRESENTAR AL DIOS DE LA VIDA; AHORA ERES TÚ EL LLAMADO A SER TESTIGO DEL EVANGELIO EN TU VIDA COTIDIANA Y EHCAR LAS REDES EN NOMBRE DE JESÚS.