viernes, 18 de diciembre de 2009

Dios nos sorprende a través de intuiciones, personas, vivencias…

Evangelio de Lucas 1,  39-45

María visita a Isabel
39 A los pocos días, María fue de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea. 40 Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 Cuando Isabel oyó el saludo, el niño saltó de alegría dentro de ella. Isabel, llena del Espíritu Santo, 42 dijo en voz alta a María:
—¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres! Y también ha bendecido al hijo que tendrás. 43 ¿Por qué has venido a visitarme, tú que eres la madre de mi Señor? 44 Tan pronto como oí tu saludo, el bebé saltó de alegría dentro de mí. 45 ¡Dios te ha bendecido porque confiaste en sus promesas!

  •     Mujer en camino
María, mujer solícita y servicial, se pone en camino para visitar a su prima Isabel quien está a punto de dar a luz. Quiere saber cómo se encuentra y en qué puede servirla. Su saludo hace saltar de alegría a la criatura que Isabel lleva en su vientre. Y es que, simultáneamente, se da un saludo, un encuentro, entre Juan y Jesús. Experimentar la alegría porque nos sabemos amados por Dios, es la mejor señal  para vivir y celebrar la Navidad ¿Cómo está mi disponibilidad para el servicio? ¿Valoro y acojo el Amor que Dios me tiene? ¿Soy persona de visitación?
  •     Una doble bendición
Las palabras de Isabel, “llena del Espíritu”, encierran una doble bendición: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!” (Lc 1,42) Destaca así la condición femenina de María por ser la agraciada de Dios. De la misma manera,  su elogio alcanza al fruto de su vientre, obra del Espíritu Santo. En un mundo en el que abunda el mal-decir ¿Somos personas prontas a bien-decir? ¿Nos sentimos agraciados/as por Dios?
  •     Un don inesperado
Con frecuencia, Dios nos sorprende con sus dádivas. Si repasamos nuestra vida, reconoceremos que hemos vivido acontecimientos que han supuesto un don para nosotros. Dios nos sorprende a través de intuiciones, personas, vivencias…Así sorprendió a Isabel con la visita de María.  Por eso exclama: “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” (Lc 1, 43) Isabel expresa la alegría de un don inesperado a la vez que gran a atención a lo que Dios quiere comunicarla ¿Reconozco los dones que el Señor me regala? ¿Estoy abierto/a a las sorpresas del Espíritu?
  •     ¡Dichosa tú, que has creído!
La maternidad y la fe  se unen, en perfecta simbiosis, en el ser entero de María. Es hermoso ver el reconocimiento de una mujer a otra mujer. Isabel reconoce a María como mujer y como madre del Señor. También la considera dichosa porque ha creído y  ha sido fiel a la voluntad de Dios. Desde su pequeñez, María es el paradigma de creyente que sabe esperar y acoger las promesas divinas. Por eso, es portadora del fruto de la salvación para la humanidad entera ¿Cómo está mi fe? ¿Creo que Jesús puede nacer en mi corazón en esta Navidad?

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